La tierra de Adán y Eva, el Edén, aquel maravilloso jardín; la tierra de los negros, de los esclavos, de los pobres. La tierra de los sueños occidentales, por sus riquezas, durante siglos negociada, devastada. Aquel continente al que nunca dejaron ser libre, aquel continente humillado, robado, colonizado y mentido.
Libia es un desfile de fiambres, como en Irak, pero en aquel entonces el evento era un poco más decoroso, quizá mejor organizado. Muammar Khadafi, un dictador que se mantuvo en el poder durante largas décadas, había experimentado una carnicería en la Plaza Verde, con gente desarmada. Y este acto de genocidio, repudiable por cierto, no le gusto nada a la ONU, que dio permiso a la OTAN para tirar bombas en nombre de la paz, por supuesto.
Entonces, todo sea por establecer el orden, aquella carnicería se extendió a lo largo y ancho del país, que vive una situación de violencia extrema en las calles; lo que pasa es que a la violencia la quisieron eliminar con más violencia. La OTAN y los rebeldes (liderados por los que hasta hace poco hacían grandes negocios con Khadafi) arribaron en Trípoli, para confirmar la inminente caída del dictador, con lo cual, los presidentes de las distintas potencias celebraron la buena noticia y mandaron saludos al país que abrirá sus piernas, es decir sus puertas, para que nuevamente establezcan “amistades”.
Por fin Libia será un país democrático, libre y se incorporara al mundo moderno, desde la ONU esperan que sea un proceso de transición pacifico, y seguirán esperando. El Consejo de Seguridad manifestó sus preocupaciones por el desorden y la desprolijidad que reina en estos momentos en Libia. El operativo genocida para terminar con un genocida como Khadafi, evidentemente no ha sido ni será un espectáculo para que muestren los victoriosos medios de comunicación.
La puesta en escena es terrible; miles de muertos, niños alzados en armas, viviendas destruidas, polvo, basura, ruina, fuego, humo y desierto; como ocurre en las guerras, todo lo que queda es vacio, ¿Dónde esta Khadafi? Si perdió el poder, ¿Quién lo gano?, ¿Por qué las potencias occidentales están tan interesadas en apoyar y solidarizarse con los rebeldes?, ¿Cómo hacer para evitar los enfrentamientos armados en el seno de la despareja rebelión libia y lograr así que ésta encarne una autentica transición?.
Las dudas cada vez son más, de todos modos las noticias sobre Libia comenzaran a desaparecer, como siempre, como si también fuera a desaparecer la violencia, como si el espectáculo hubiese terminado, cuando en realidad, como ya sabemos, como en Irak (peor aun), el desastre de la guerra permanecerá durante mucho tiempo, pero como siempre desde la ONU, la OTAN y las potencias, no escucharemos autocriticas, ni criticas, porque no hay espacio en los medios dominantes para analizar los genocidios que ellos realizan en tierras donde lo único que importa, pareciera, es el oro negro.
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