sábado, 14 de mayo de 2011

El poder de hacernos creer que estamos informados



En la actualidad los medios de comunicación nos imponen la agenda diaria, y eso no es todo sino que pretenden manejar nuestra manera de sentir y actuar.
Es un hecho que estas imposiciones no son por casualidad. Detrás de la manipulación de nuestros sentido, el motivo de decirnos que es lo que debemos leer, escuchar y ver, se debe a que existen intereses de distinta índole que responden a espacios de poder. Este poder se va a caracterizar de acuerdo a la institución que lo ejerza.
John Thomson habla del poder y hace cuatro divisiones, distingue cuatro tipos de poder que son: el poder político que relaciona al ejercido por los Estados nación; el económico que tiene que ver con las grandes corporaciones; el coercitivo ligado a instituciones militares, policiales, paramilitares y el simbólico, que es el que nos interesa y está asociado a los medios de comunicación.
Podemos afirmar que la independencia de los medios no existe, tampoco la neutralidad, más allá que nuestra legislación proclame la libertad de expresión y la libertad de prensa como derechos fundamentales, incorporados a nuestra Constitución Nacional y avalados por tratados internacionales que los categorizan como derechos humanos.
Es imposible hablar de independencia de los medios, cuando los periodistas trabajan para un patrón y éste a la vez rinde cuentas al poder político, económico, o coercitivo porque les debe un favor y entonces tiene que elevar la imagen de un candidato para obtener un cargo público a cambio de un beneficio futuro, o debe difundir tal o cual noticia y ocultar otras porque se debe a un contrato con sus sponsors, o bien, cede a la presión de un Estado dictatorial, como pasó con algunos medios durante la dictadura militar en nuestro país. Entonces las empresas de comunicación usan el poder de la palabra, la imagen y el sonido para preparar un terreno fértil donde sembrar esa prospera semilla que va a ser aprovechada por algún espacio de poder y eso les va a dar réditos.
De esa manera los medios construyen las noticias, los discursos, los mensajes que a ellos les conviene que la sociedad consuma y crean de esa forma un imaginario popular que manipulan y usan a su antojo. Cambian nuestra percepción de la realidad, nos inducen a prejuzgar, sentir miedo, adoptar una postura y actuar en consecuencia.
“La forma que el diario impone al mundo es la forma que nos lo hace consumible” dice Jesús Martín-Barbero, cuando habla del mito del discurso de la información. Ya que esa información, previamente fue filtrada varias veces hasta terminar en ser un producto final. Ese producto es el que los medios van a vender y mostrar de acuerdo a sus conveniencias.
Esa noticia, a la que ya la filtraron y moldearon, va a ser homogeneizada. Además va a llegar a ser noticia, si el acontecimiento que le dio origen vale la pena ser contado, presentado al público, haya cumplido con los criterios de noticiabilidad y sirva entonces a los propósitos del medio. De otra manera el acontecimiento se va a perder, va a ser censurado y pasar a ser algo que no existió, existe o existirá en el mundo.
Podemos concluir diciendo, que quienes poseen las noticias y las difunden haciendo uso de cuanta tecnología se cuenta en la actualidad para lograr un alcance masivo en la sociedad, tiene el poder de manipular la realidad a favor o en contra de sus objetivos e intereses. De esta manera, haciendo que el público permanentemente se interese por lo que los medios muestran, es que pueden manejarnos la agenda diaria, nuestro sentir y manera de actuar.
por Sergio Lafalce

viernes, 13 de mayo de 2011

La realidad se hubiera podido hacer tapa

La película-documental de Escobar y Finvarb analiza el rol de los medios de comunicación con respecto a la manifestación del Puente Pueyrredón. Hace hincapié en el día después para explicar la relación de los medios con el poder político y los intereses que estos defienden. “No se sabe aun quienes dispararon contra los piqueteros” es la volanta que anticipa el cuestionado titulo central del diario clarín, en su edición del día posterior a la masacre de Avellaneda. Sin embargo los responsables del diario manejaban la información y tenían las fotos que demostraban que Maximiliano Kosteki y Darío Santillán habían sido asesinados por la policía. A veces no todo lo que los medios dicen, es todo lo que tienen para decir, y además estigmatizan, como ha escrito Calicchio, desde un” discurso demonizante”, por ejemplo, varios medios intentaron adjudicarles las muertes a los propios piqueteros y los trataron de violentos esquivando así la represión criminal que padecieron los manifestantes y distrayendo las verdaderas causas de las muertes. 
       “La crisis causo dos nuevas muertes”,  revela que la realidad se puede tapar o que los medios no son justamente los que muestran la realidad, sino que la representan, en este caso se exponen, según Calicchio, “como aparatos tergiversadores del protagonismo del pueblo en las calles” y manipuladores de la información, siendo cómplices de un gobierno que se vio beneficiado al considerar el diario, que fue “la crisis” y no los policías quienes causaron dos muertes. Muchas veces escuchamos decir que los periodistas son objetivos, simples observadores y curiosos, pero eso es un mito así como también lo es la neutralidad, y como ha observado Bourdieu, “los periodistas internalizan la ideología del medio en el que trabajan y no necesitan que nadie los censure” así como los medios responden a determinados grupos de poder. 
      La aceptación o legitimación de los discursos que los medios dan sobre estos hechos no permiten plantear el problema o reflexionar sobre el mismo, ya que presentan la noticia sin contextualizarla y haciendo hincapié en el caos, dando a entender que lo generan los piqueteros, sin reconocer ninguna responsabilidad política. Como explica Barbero, “El discurso es poder, lugar de una lucha especifica por el poder. Y esa lucha forma parte de sus condiciones de producción y circulación”, tal es así que “no cualquiera tiene derecho a hablar, no todos pueden hablar de todo”.   
       La veracidad que se le da a lo que los medios comunican o informan y el alcance que tienen, sin importar el manejo que se ejerce sobre ellos, provoca una mirada acrítica por parte de los receptores, y esto corresponde al poder de credibilidad que tienen los medios. Por eso es necesario, como ha señalado Barbero, “cuestionar el esquema comunicacional y analizar las condiciones de producción, de circulación y consumo”.